domingo, 13 de febrero de 2011

Mi texto del #6 de SAUNA Revista de arte: "Cinco años no es nada". Reapertura parcial del MAMba


Intervención fachada Compañía de Teatro Ojalá!

Luego de un lustro de idas y vueltas, reformas a paso de hombre y fantasmas de posibles nuevas sedes, el MAMba (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires) reabrió sus puertas a la comunidad.
Mucho se habló de lo que hicieron y de lo que no los distintos funcionarios públicos que gobernaron la comuna en ese lapso, y mucho también se habló, más mal que bien, de la gestión de Laura Buccelatto, su directora desde hace trece años.
Como sea, el 23 de diciembre de 2010, a las 19hs, después de cuantiosa promoción, bombos y platillos, el MAMba se llenó de gente del arte y la cultura que querían ser parte del acontecimiento. Para la ocasión, esa cuadra de avenida San Juan fue cerrada al tránsito vehicular, agregando cierto clima de caos urbano al ya existente por los cortes de protesta en la estación Constitución. En la entrada del museo se agolpaban los que esperaban para entrar tanto como los que ya habían salido y socializaban fuera, mientras que en el piso, cerca de la puerta, detrás del vallado de seguridad, un prominente manojo de cables que salían del interior y la guía metálica que los cubría, amenazaban con hacer caer a los incautos, máxime ante la creciente oscuridad. Para evitar tal temeridad, una jovencita con remera amarilla del Gobierno de la Ciudad advertía del peligro cada vez que alguien se acercaba al espontáneo e inevitado obstáculo.
Una vez dentro, lo flamante de las reformas arquitectónicas permitía un cierto entusiasmo: espacios amplios preparados para aprovechar la luz natural, una racional distribución y la sobriedad elegante de los materiales, ofrecían la ilusión de que la espera no había sido en vano. El antiguo edificio industrial de Nobleza Piccardo, inaugurado en 1918 y reformado hoy según el proyecto de 1997 del arquitecto Emilio Ambasz, constituye sólo una cuarta parte del espacio de que dispondrá el proyecto MAMba una vez terminado, que será, según dicen los implicados, allá por mediados de 2012. Asimismo, no estaba aún habilitado el guardarropa del museo, ni otras dependencias de la planta baja, que siguen aún en obra.
Recuerdo también el proyecto original de formar un complejo muselógico entre el MAMba y el desaparecido Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken, que ocupaba parte de un edificio en esquina con la calle Defensa y que está hoy en etapa de construcción. Sería bueno saber también cómo ha evolucionado este tema.
Volviendo a nuestro evento, una vez transcurrida más o menos una hora de la apertura, el personal de seguridad comenzó a invitar insistentemente al público a abandonar el edificio para que pudieran apreciar, desde fuera, la intervención lumínico rítmica sobre la fachada, que estuvo a cargo de la compañía de teatro Ojalá! (1). El tal espectáculo estuvo correcto, pero cobró mayor interés recién sobre el final, con luces de colores intensos dibujando trazos sobre la fachada; también se le puede objetar haber sido un poco demasiado prolongado, y, por tanto, dejar decaer la atención de los espectadores.
Una vez terminado el show, volvieron a abrirse las puertas del museo para permitir otra visita a sus flamantes salas y otra ronda de champagne que, se sabe, es el alma mater de las inauguraciones del mundo del arte…


Incertidumbre now!

En planta baja está ubicada la muestra temporaria de arte contemporáneo, llamada “Narrativas inciertas”, curada por Valeria González. Esta sala es una reformulación espacial de la originaria del museo. Los casi 400m2 están modulados ahora por cinco paneles que articulan el espacio a favor del guión curatorial. También la iluminación, las fichas nomencladoras y la temperatura y humedad ambiente se hallan ahora encuadradas dentro de los estándares internacionales exigidos por el ICOM (Consejo Internacional de Museos).
La muestra resulta bastante representativa de la escena artística local, aunque siempre puede considerarse la falta de tal o la injustificada presencia de cual. Así y todo el nivel es bastante parejo, aunque con varios puntos altos, por cierto. Lo más rico resulta de la diversidad de lenguajes expresivos y de discursos, conviviendo desde lo conceptual hasta lo intensamente visual con todo el interregno medio. Instalación, objetos, video arte, performance registrada en video o en fotos, pintura y fotografía se complementan y, en algunos casos, se entremezclan felizmente para dar lugar a ese carácter misturado y flexible que presentan en muchos casos las producciones artísticas hoy. Cabe aclarar que estas obras fueron realizadas ex profeso por los artistas para esta muestra específica, más allá de la colección de contemporáneo que, de hecho, completa el acervo del museo. En el caso de Matías Duville y Dino Bruzzone, dos artistas sólidos y de notable marca personal, las obras expuestas no llegan a tener el vuelo y la intensidad poética de su trabajo en general. Algo parecido ocurre con las “nubes” de acrílico de Leandro Erlich, que si bien resulta una obra atrayente y con misterio, no posee la escala monumental que constituye uno de los valores agregados de su producción.
En muchos otros casos la obra representa perfectamente la línea creadora del artista y su discurso y exploración general: Esteban Pastorino y sus dispositivos con fotografías panorámicas urbanas, por ejemplo, o las performances-procesos de aprendizaje registrados en video, parte fundamental de las instalaciones de Gabriel Baggio.
Existe siempre, asimismo, el costado “filoso” de estas exposiciones grupales: uno se queda con ganas de más de lo que le gusta y deplora que esté lo que no le gusta tanto; pero también creo que esto sucede cuando el concepto curatorial no es lo suficientemente fuerte en sí mismo, y prima más el trabajo de cada artista en particular que una lectura de conjunto y, en especial, de los que nos son más caros al ojo propio.
Merecen destacarse el trabajo de Mariano Vilela, artífice de sutilezas inteligentes y siempre frescas; el de Estanislao Florido, que nos ofrece un conjunto en pequeño formato de pinturas, películas y animación digital como las distintas partes de una “Ciudad Perdida”, y Mariano Sardón con su instalación que cruza Ciencia y Arte, a través de typewriters autómatas pero de estética claramente retro. Sebastián Gordín y sus tapas de pulp fiction en marquetería pintada de colores vivos, conservan su elocuencia y poesía y el consagrado Fabián Marcaccio se hace visible desde la entrada a la sala con su matérico y colorido paintant, como buscando, desde el vamos, atrapar al visitante con su textura sensual y legitimar la muestra con sus ecos de consagración.


Los antiguos modernos

En la primera planta se encuentra la muestra “El imaginario de Ignacio Pirovano”, curada por Cecilia Rabossi, que consiste en parte de la colección de arte abstracto del siglo XX acuñada por Pirovano. La sala del primer piso reúne las mismas características morfológicas de la de planta baja, y también encontramos paneles modulando el espacio en función del guión, en este caso doctrinario a la vez que cronológico.
Hay cuatro instancias o momentos en el relato curatorial: Arte Concreto (con sus posteriores subdivisiones), Informalismo, Grupo Generativo (o arte óptico) y luego algunos ejemplos mezclados de arte cinético y óptico. El período que abarcan las obras es el del auge del arte abstracto en nuestro país, entre las décadas de 1940 y 1960. Hay también obras anteriores y posteriores, pero el período troncal es ese.
Entre los artistas europeos encontramos desde Vantongerloo y Albers hasta interesantes ejemplos de Delaunay o un otoñal Matisse. Colocados demasiado juntos entre sí, tal vez se esfuerzan por ilustrar la sincronicidad de ethos entre artistas europeos y locales; en el caso de los argentinos, que constituyen la esencia misma de la muestra, está presente Del Prete como pionero de la abstracción rioplatense, para entrar luego de lleno a lo que fue el grupo de la revista “Arturo” y todas sus ramificaciones posteriores: Arte Concreto-Invención, Arte Madí y Perceptismo.
La nota visceral la aporta la colección de Informalistas, con obras de gran o mediano formato, en las que se lucen las “fundamentales” superficies del estilo. Rugosidades, grumos de pintura, arpillera, arena, madera quemada y plástico fundido nos regalan toda la intensidad sensorial que la materia es capaz de generar y que vertebró el discurso rupturista de este movimiento histórico más de medio siglo atrás. Entre los destacados encontramos dos obras de un breve pero intenso Alberto Greco, la “Gran pintura negra” de Kemble, las incisiones sobre el pigmento negro en el chapadur de Wells y los cráteres de arena bronceada de Renart. Pucciarelli, Towas, Maza, Millares y Roiger también nos cautivan con su densidad y su poética de lo pobre y desechado.
El recorrido continúa ya en plena década del 60 con el grupo Generativo, cultores del Op Art, que reúne maravillosos trabajos de Carlos Silva, Ary Brizzi, María Martorell y Mc Entyre. Como prueba del hilo conductor entre éstos artistas y sus predecesores geométricos, encontramos un bellísimo cuadro de Miguel Ángel Vidal llamado “Homenaje a Albers”, de 1967, en el que una especie de telar cuadrado con miles de hilos rojos, amarillos y naranjas, invade cálidamente un duro plano de color negro. Viendo estas obras nos sentimos un poco transportados a fines de la década del 60, donde el arte, el diseño, la moda, el cine, la experimentación con drogas y la conciencia de las libertades recién conquistadas, ofrecían una atmósfera social y cultural de optimismo y euforia creativa.
La muestra termina con ejemplos de obras cinéticas e interactivas. Le Parc, Martha Boto, Tomasello y Gyula Kosice son algunos de sus hacedores.

Bajando las etéreas escaleras de hierro, pienso que hoy las búsquedas artísticas son otras.
En la planta baja del MAMba, los artistas contemporáneos -y muchos, muchos más que aún no llegaron hasta allí- avanzan buscando la síntesis que plasme originalidad, pulsión, imagen.
Nada más propicio para las superaciones que un tiempo de transición e “incertidumbre” como el que nos toca vivir.

(1) Con dirección artística de Pichón Baldinu y dirección musical de Diego Pérez.


El MAMba (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires), se encuentra en Av. San Juan 350, CABA.
El horario de visita es de lunes a viernes de 12 a 19 hs y sábados, domingos y feriados de 11 a 20hs.

Mi especial agradecimiento a Mónica Poggio del área de Prensa por la autorización especial para sacar fotos, y a Elva Da Silva de recepción por su inagotable amabilidad y don de gentes.

Obra de Estanislao Florido y Fabián Marcaccio al fondo

Obra de Mariano Vilela

Obra de Leandro Erlich

Fotos por MARIANO SOTO

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